Fecha:
13 de octubre de 2016
Samariz Laboy Hernández
Resumen:
En este trabajo comparto parte de mi experiencia de internado en Psicología Clínica en una institución del Complejo Correccional de Ponce durante el año académico 2012-2013. En la primera parte relato algunas dinámicas de seguridad y en la segunda discuto retos a los que se enfrentan los(as) profesionales de la psicología clínica. En la cárcel el trabajo clínico se ve atravesado por la complejidad del espacio terapéutico, las relaciones de poder y el estigma hacia los(as) confinados(as). La suspicacia que los confinados muestran para revelar información personal se debe a las constantes experiencias en las que han sido juzgados. En este contexto las técnicas proyectivas adquieren valor porque proveen un medio no amenazante de obtener información para propósitos de evaluación, diagnóstico, tratamiento y prognosis. Se presentan algunos dibujos realizados por confinados que demuestran la utilidad de estas técnicas e invitan a la reflexión.
Texto completo:
En este trabajo comparto parte de mi experiencia de internado en Psicología Clínica en una institución del Complejo Correccional de Ponce durante el año académico 2012-2013. En la primera parte relato algunas dinámicas de seguridad y en la segunda discuto retos a los que se enfrentan los(as) profesionales de la psicología clínica en este contexto.
Dinámicas de seguridad
Primer día
Llego al Complejo Correccional, me identifico en el portón de la entrada principal que está custodiado por oficiales y pregunto cómo llegar a la institución que me habían asignado. Luego de explicarme, uno de los oficiales me pide que abra el baúl para registrarlo. El oficial lo registra y me autoriza a entrar. Continuo hasta la institución y estaciono el carro en reversa como dice el letrero. Camino hacia el portón eléctrico que controla el acceso a la institución, me paro al frente y éste se abre. Llego a la recepción que es atendida por una oficial. Me presento y pregunto por la administradora, pero me informan que aún no ha llegado. Noto que todas las personas que llegan se apuntan en una libreta así que saco mi bolígrafo y hago lo propio. Toda persona que va a entrar tiene que colocar sus pertenencias sobre una mesa para que la oficial las revise. Después la persona se para de espalda a la oficial con los brazos extendidos horizontalmente para ser registrada de forma manual o con escáner. Si la persona tiene zapatos cerrados se los tiene que quitar, voltearlos y mostrarlos a la oficial para que corrobore que no hay nada adentro. Una vez llega la administradora, paso por el registro y continúo junto a ella. Nos detenemos detrás de una línea amarilla frente a otro portón eléctrico, éste se abre y llegamos a un pasillo con líneas amarillas a ambos extremos y portones eléctricos al fondo de cada lado. Nos dirigimos hacia el lado izquierdo, pasamos otro portón eléctrico y entramos a las oficinas administrativas. Allí la administradora me ofrece una orientación sobre asuntos de seguridad y luego me lleva al área donde estaría ubicada. De camino nos encontramos con una fila de confinados escoltados por oficiales. Tienen esposas, grilletes y uniforme color crema o gris. Tan pronto los confinados nos ven, se detienen, se ubican detrás de las líneas amarrillas, pegan su espalda a la pared y nos saludan: “buenos días misi”.
Días siguientes
Un día, luego del registro usual, la Unidad Canina Correccional estaba realizando otro registro. Éstos se realizan sin avisar y todas las personas que estén en la institución ese día tienen que someterse a él: confinados, oficiales, civiles y demás visitantes. Las personas entran en grupos de 8, colocan sus pertenencias sobre una mesa y se sientan en sillas que están ordenadas en una línea horizontal. Tienen que mantener una postura relajada, no pueden cruzar las manos ni las piernas. Un oficial ofrece una orientación sobre el proceso y aclara dudas al respecto. Luego camina al perro por delante y por detrás de cada una de las sillas. Si el perro no detecta nada ilegal pasa de largo, pero si se detiene frente a una persona significa que la marcó. Lo que prosigue después que un perro marca a alguien es otro tipo de registro.Otro día, después de firmar la libreta de registro como de costumbre, de momento comienza a sonar una alarma fuertemente. Los(as) oficiales le solicitan a los civiles que desalojen el lugar. Sigo a las demás personas que comienzan a agruparse frente a la institución. Después que todas se acomodaron en las áreas asignadas, el oficial a cargo se dirige al personal para explicar la importancia de los simulacros e insistir en su cooperación durante estos ejercicios. También discute medidas de seguridad necesarias durante los simulacros y situaciones de emergencia reales. En ambos casos las personas tienen que salir de la institución inmediatamente. En emergencias reales se desconoce si se va a permitir el acceso de nuevo a la institución.Estas son algunas de las dinámicas de seguridad que ocurren en contextos carcelarios. En la próxima parte voy a discutir retos a los que se enfrentan los(as) profesionales de la psicología clínica.
Retos a los que se enfrentan los(as) profesionales de la psicología clínica
En primer lugar, a estos(as) profesionales se les ha acusado de psicologizar los comportamientos delictivos, es decir, de explicarlos mediante un enfoque en procesos mentales, que, según entienden otros, disminuye la responsabilidad sobre los actos. Por esta razón algunos(as) empleados(as) de la Administración de Corrección pueden restarle importancia a las intervenciones y recomendaciones psicológicas. En segundo lugar, el(la) profesional tiene que abrirse camino entre los discursos penal y médico, uno exige el castigo como el remedio adecuado y el otro la prescripción de fármacos para mantenerlos bajo control. En tercer lugar, el espacio terapéutico se ve trastocado por la diversidad de órdenes, procedimientos y figuras de autoridad. En ocasiones, por la “peligrosidad” del confinado, se exige que la puerta de la oficina permanezca completamente abierta mientras el(la) oficial hace guardia al frente y varias personas están en el área. En otras circunstancias, por razones de seguridad o falta de escolta, es necesario ver al paciente en el área de vivienda en presencia de otros pacientes o empleados(as).El Sistema Correccional es un lugar de complejidades, conflictos y paradojas. Un lugar donde diversas figuras de autoridad luchan por mantener poder y control. Por un lado están las figuras que representan la Administración de Corrección. Por otro lado, las que representan la corporación que presta servicios de salud. Y por otro las distintas asociaciones de confinados. Es un lugar donde cada parte ejerce poder y se esfuerza por hacer cumplir sus normas.Algunos miembros de la población correccional y del sistema en general, desaprueban los delitos que involucran a niños(as), mujeres y personas de edad avanzada. En este sistema los(as) profesionales se enfrentan a sus prejuicios y estereotipos. Según Allport (1979) el prejuicio es una opinión anticipada, usualmente desfavorable, basada en conocimiento insuficiente, pensamientos irracionales o estereotipos inexactos.La población correccional es estigmatizada incluso por aquellos llamados a ofrecer ayuda. El individuo que además de estar confinado es paciente de salud mental carga con un doble estigma. La situación se complica más en la medida que el individuo forma parte de varios grupos estigmatizados como son las personas con impedimentos físicos, adicción a sustancias, pacientes de HIV y de orientación homosexual, por mencionar algunos.Los confinados son sometidos a múltiples juicios: el del sistema judicial, el de la Administración de Corrección, el de Correctional Health Services, el de distintas asociaciones de confinados, el de su familia y el de la sociedad en general. Se trata de un proceso que parece no tener fin en el cual distintas figuras se turnan para desempeñar el papel de juez(a).La suspicacia que los confinados muestran para revelar información personal se debe a las constantes experiencias en las que han sido juzgados. Este contexto explica las fuertes reservas que ellos muestran inclusive hacia aquellas personas dispuestas a ayudarlos. Ellos han sido privados no sólo de su libertad física, sino también de expresar sus afectos, temores y preocupaciones. Por esta razón necesitan que se les provea un espacio no amenazante para la expresión de sus malestares, síntomas y conflictos.En este contexto las técnicas proyectivas adquieren valor. Estas herramientas nos dan acceso al mundo interno de los individuos. A través de ellas revelan sus preocupaciones, deseos, miedos y aspiraciones sin necesariamente percatarse de ello. Esto facilita la disminución sustancial de su resistencia hacia la revelación de material personal o doloroso (Korner, 1965).Murray (2008) nos advierte que las cosas más importantes acerca de un individuo son aquellas que él no puede o no desea decir. Pero como su expresión no depende exclusivamente de la palabra, los(as) invito a reflexionar sobre el contenido de estos dibujos.
Referencias:
Allport, G. W. (25th ed.). (1979). The nature of prejudice. Cambridge, MA: Perseus Book.Korner, A. F. (1965). Theoretical considerations concerning the scope and limitations ofprojective techniques. In B. I. Murstein (Ed.), Handbook of projective techniques (pp. 23-34). New York, NY: Basic Book.Murray, H. A. (70th ed.). (2008). Explorations in personality. New York, NY: Oxford University Press.
Cobertura:
Complejo Correccional de Ponce, 2012, 2013
Audiencia:
Comunidad de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras
Fuente:
Segunda Jornada de Reflexión sobre Educación Universitaria en la Cárcel
Colaborador:
Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras
Reseña biográfica:
Samariz Laboy Hernández obtuvo un bachillerato en Psicología Forense de la UPR-Ponce, una maestría en Consejería en Rehabilitación de la UPR-RP y está culminando un doctorado en Psicología Clínica en la misma institución. Desde el inicio de su formación le interesó trabajar con poblaciones marginadas. Ha trabajado con niños(as) maltratados(as), adolescentes con problemas de conducta, mujeres sobrevivientes de violencia de género, adultos con adicción a sustancias y confinados, entre otras poblaciones. Durante el año académico 2012-2013 realizó su internado en Psicología Clínica en una institución del Complejo Correccional de Ponce. Allí tuvo la oportunidad de trabajar con confinados con trastornos adictivos y trastornos mentales. En el 2015 se desempeñó como entrevistadora de confinados en el estudio A Self-Stigma Scale for Latinos with diverse physical and emotional conditions under Criminal Justice Supervision llevado a cabo por el Centro de Investigación y Evaluación Sociomédica del Recinto de Ciencias Médicas.
Licencia:
Creative Commons Reconocimiento-Compartir Igual 4.0 Internacional.
Editor:
Umbral