Ramón Emeterio Betances
Ramón Emeterio Betances nació en el pueblo de Cabo Rojo, Puerto Rico, el 8 de abril de 1827. Sus padres fueron don Felipe Betances, de nacionalidad dominicana y María del Carmen Alacán, puertorriqueña. En 1837, falleció la madre de Betances y poco tiempo después este partió rumbo a Toulouse, Francia; en cuya ciudad permaneció hasta terminar su bachillerato en letras y en ciencias, desde 1846 hasta 1848, respectivamente.
Ramón Emeterio Betances nació en el pueblo de Cabo Rojo, Puerto Rico, el 8 de abril de 1827. Sus padres fueron don Felipe Betances, de nacionalidad dominicana, María del Carmen Alacán, puertorriqueña. En 1837, falleció la madre de Betances y poco tiempo después este partió rumbo a Toulouse, Francia; en cuya ciudad permaneció hasta terminar su bachillerato en letras y en ciencias, desde 1846 hasta 1848, respectivamente.
Betances y sus inicios independentistas
Betances regresó de visita a la Isla en 1848, tiempo en el que se preparaba para ingresar a la Facultad de Medicina en Paris. Por aquel entonces, gobernaba en Puerto Rico el general don Juan Prim Prats y la ley en la Isla era aplicada muy severamente cuando se trataba de disidentes. Es también en ese periodo que Don Felipe Betances tuvo que probar su limpieza de sangre por medio de una serie de peripecias jurídica-legales para probar la “blancura” de la familia Betances.
En el viaje de regreso a Francia, Betances conoció a Segundo Ruiz Belvis. Una vez en Paris y en compañía de ilustres puertorriqueños como por ejemplo, José Julián Acosta y Román Baldorioty de Castro emprendió un proyecto, que consistió en recolectar la mayor cantidad de datos y documentos históricos sobre Puerto Rico, que tenía como fin último, según ellos, devolver el pasado a su patria. Este trabajo culminó en 1851 con la creación de la Biblioteca Histórica de Puerto Rico, que para ese entonces se llamaba Isla de San Juan Bautista.
Recopilar datos históricos, a fin de recuperar algo de la herencia cultural del pasado, fue importante para estos intelectuales. Sin embargo, ese grupo de intelectuales, entre los cuales estaba el joven Betances, prestaron gran importancia a la cuestión esclavista. Es importante aclarar que José Julián Acosta es de tendencia reformista asimilista, Baldorioty tenía tendencias autonomistas, y finalmente el dúo Ruiz Belvis-Betances tenía tendencias separatistas. La mayoría de ellos, con distintas posiciones políticas, estaban de acuerdo en cuanto al tema esclavista.
Un poco antes que Betances apareciera en escena, personas como José Julián Acosta ya habían trabajado el pos de la abolición de la esclavitud. Acosta, al término de sus estudios en 1853, vino a Puerto Rico recorriendo gran parte de las haciendas del área oeste, con una premisa que establecía que el jíbaro bien pagado podía también refinar azúcar de igual manera que el africano esclavo.
En 1855, Betances terminó la carrera de medicina, pero no es hasta el 15 de abril de 1856 que toma la reválida ante la Subdelegación de Medicina y Cirugía de Puerto Rico. Sufrió la enfermedad de cólera lo que lo obligó a estar ausente de la vida pública. Retomó su activismo político en 1858 cuando, según se dice, comenzó a fundar las sociedades secretas abolicionistas. Por un lado, tenían el objetivo liberar a los recién nacidos y por el otro, hacer escapar a las islas cercanas a otros tantos esclavos. Finalmente esta sospecha, entre otras, fueron la causa de su primer destierro ordenado por el general don Fernando Cotoner (1857-1860), Conde de la Cenia.
Lucha Franca por la abolición de la esclavitud
Dicho destierro lo llevó nuevamente a Francia, esta vez lo acompañó su amigo José Francisco Basora. En esa época, su novia y prima enfermó de fiebre tifoidea, y falleció faltando catorce días para la boda. Este acontecimiento hizo que Betances desapareciera de la vida pública, una vez más.
La reincorporación de la República Dominicana a España en 1861 desató un nuevo conflicto que terminó definitivamente con la ocupación española (1863-1865). Esta guerra interna fue vital para que Betances entrara en la lucha, no solamente la independencia de los países antillanos, sino también por la abolición de la esclavitud; pues para Betances, independencia y abolición eran hermanas.
La reincorporación de República Dominicana a la metrópoli española en 1961, fue interpretada como la falta de autoridad antillana criolla para atender sus propios asuntos. Sin embargo, República Dominicana ya había abolido la esclavitud en el pasado (1854); por lo tanto, España debía establecer una legislación para una sociedad en donde no existía la esclavitud, pues este era un nuevo marco social.
También hay que recordar que en Estados Unidos, los estados del Sur, se habían rendido (1865) dando la posibilidad de liberación y abolición de la esclavitud. Este acontecimiento dejaba a España y Portugal como las únicas naciones que mantenían la esclavitud en Brasil y las antillas respectivamente.
Estos hechos fueron de vital importancia para el cambio de actitud del gobierno español. Fue así que el Ministerio de Ultramar convocó, por medio de la Gaceta Oficial, a finales de 1865 la apertura de información sobre las bases en que debían estar asentadas las leyes con las que se gobernaría Cuba y Puerto Rico, sociedades todavía esclavistas. Betances, por razones estratégicas, prefirió que Ruiz Belvis fuera uno de los delegados y no él mismo, ante el Ministerio de Ultramar.
El 19 de octubre de 1866 salió finalmente el decreto que citaba a los delegados a Madrid. El Ministro de Ultramar, don Alejandro de Castro, expidió dicho decreto. Ruiz Belvis, entre otros, tomaron la palabra el 6 de noviembre del mismo año. Pero no fue sino hasta el 10 de abril de 1867 que Ruiz Belvis y Francisco Mariano Quiñones hicieron su primera presentación de informe. Dicho informe medularmente habló del pedido de abolición de la esclavitud con o sin indemnización. Es importante mencionar, que los argumentos que se expusieron en estos informes fueron desde lo puramente social y económico, hasta lo moral-religioso.
El Ministro de Ultramar, en ese momento, don Alejandro Castro despidió a los comisionados con la promesa de reformas, el 28 de abril de 1867. Sin embargo, ya a finales del año anterior (1866) el Capitán General José María Marchessi había puesto bajo vigilancia en Puerto Rico a todos aquellos que, según consideraba, no tenían afinidad con el régimen. Una vez más se incumplieron las promesas de la metrópolis.
A la llegada de los comisionados a Puerto Rico, entablaron conversación con los que se habían quedado en la Isla; es en ese momento en el que Betances y algunos otros terminan por rechazar cualquier trato con la metrópoli. También hay que aclarar que no todos estuvieron de acuerdo con ese rechazo; por ejemplo, José Julián Acosta creía en el estado de derecho español y, por lo tanto, no deseaba una guerra con la metrópolis, por considerar que lo único que se lograría sería fundar una república sobre las cenizas de muchos muertos.
El 7 de junio de 1867 ocurrió un motín en la guarnición militar capitalina por haber sido excluidos de un decreto real que sólo arropaba a los militares en España, no así en las Antillas. Eso provocó que Betances y Ruiz Belvis fueran desterrados, pero estos no se presentaron el 10 de julio para ser desterrados. Tiempo después, ambos llegaron a Nueva York para ponerse en contacto con los cubanos y puertorriqueños revolucionarios desde allí, por un corto periodo, y lucharon por liberar al pueblo antillano, tanto de la esclavitud como por su independencia.
Betances y Belvis se separaron el 22 de agosto; el primero se quedó en el caribe para organizar los comités revolucionarios y Belvis tuvo como destino Chile. Betances se quedó en San Tomas, sin embargo, siempre estuvo en constante movimiento, ya en 1869 el general don Laureano Zans logró que expulsaran a Betances de San Tomas. Literariamente, a ese periodo pertenece la obra: Los diez mandamientos de los hombres libres que está fechada en noviembre de 1867.
A finales de 1867, Ruiz Belvis falleció en Chile. Betances había perdido una ayuda valiosa en la lucha revolucionaria. Sin la ayuda de Ruiz Belvis, Betances llegó a Santo Domingo a principios de septiembre de 1867. En el periodo que comprende desde enero hasta abril de 1868, Betances preparó un levantamiento en Puerto Rico. Esto aconteció entre continuos viajes a San Tomas y Santo Domingo, entre los cuales hizo circular armas, municiones e incluso proclamas.
El ataque estaba preparado para el 29 de septiembre de 1868; pero, una indiscreta conversación entre dos independentistas levantó sospechas, y provocó allanamientos en algunas residencias, esto a su vez provocó que descubrieran el plan revolucionario.
El levantamiento se adelantó para el 23 de septiembre de 1868; Betances no llegó a tiempo a la Isla con las armas y mucho menos para dirigir las acciones militares, sin él, el ataque ocurrió; entraron por la mañana a Lares con unas pocas municiones y provisiones, tomaron el ayuntamiento e inmediatamente nombraron un gobierno provisional, prosiguieron hacia San Sebastián en donde se encontraron el ejercito español, que después de algunas horas de combate hizo retroceder a los rebeldes y así terminó ese capítulo de la historia para los revolucionarios.
Nueva York y Paris
Después del fallido levantamiento, Betances, volcó todo su esfuerzo a favor de la independencia de Cuba. Ahora habiéndose establecido en Nueva York, se encontró con un grupo revolucionario activo, estos mantenían el periódico: La revolución de Cuba y Puerto Rico; Betances colaboraba continuamente escribiendo artículos, en los cuales señalaba todas aquellas problemáticas que, según él, hacían del gobierno español, uno equívoco. A ese periodo, también pertenece su traducción del discurso de Wendell Phillips, sobre la vida del haitiano Toussaint L’Ouverture.
Ya para el 1 de diciembre de 1870, Betances escribió a los republicanos de Cuba y Puerto Rico, en favor de la abolición, teniendo como punto de partida un personaje negro y sus aportes, como lo es Alejandro Petion; Betances resaltó la ayuda que Petion había brindado a Simón Bolívar en algunas luchas revolucionarias en Sudamérica.
En un principio, Betances creía que Estados Unidos podría ayudar en la liberación de las Antillas, poco después se le informó que el objetivo final de toda ayuda por parte de los Estados Unidos tenía como fin último la anexión. Fruto de ese desengaño, Betances renunció a sus derechos de ciudadano estadounidense, y por algún tiempo radicó en Haití. Desde Haití, escribió varios folletos, algunos de los cuales lograron infiltrarse en Puerto Rico. Un ejemplo de ello, fue la proclama dirigida a los Borincanos, fechada el 11 de marzo de 1871 en donde advertía a los liberales no desmayar sobre sus ideales y animaba a la perseverancia de pensamiento político.
El 24 de diciembre de 1872, el nuevo Ministro de Ultramar, don Tomás María Mosquera presentó un proyecto de ley, en el que se preveía la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Sin embargo, Betances ya radicado en Paris, escribió sobre las verdaderas razones para la abolición. Según Betances, la ley que abolía la esclavitud promulgada por España obedecía a presiones de las grandes potencias económicas, tanto de Europa como de América; no así al reconocimiento del derecho inalienable de libertad que tenía el esclavo.
La ley que finalmente abolía la esclavitud en Puerto Rico se aprobó el 22 de marzo de 1873. La noticia fue recibida con alegría por quienes ahora, eran libertos. En este momento, Betances centró su atención en la abolición de la esclavitud en Cuba. Para ello se ocupó de escribir y a traducir distintos artículos dirigidos por un lado a aclarar y por otro a informar sobre la esclavitud en Cuba.
Ya en 1897 España concedió una mayor y más amplia autonomía tanto a Cuba como a Puerto Rico, aunque cabe resaltar que en la práctica no siempre se cumplía la ley. Dicha autonomía había tardado demasiado, ahora Estados Unidos había puesto sus ojos sobre el Caribe, y más propiamente sobre Puerto Rico. Tal era la determinación estadounidense, que en abril de 1898 ya se había decidido la invasión a Puerto Rico.
Fallecimiento
El 16 de septiembre de 1898, Ramón Emeterio Betances falleció en Paris. Su entierro fue humilde y laico, según lo había pedido antes de su fallecimiento. También, pidió ser trasladado a Puerto Rico envuelto en su bandera. Sus restos arribaron a San Juan el 5 de agosto de 1920, de ahí fue trasladado en una caravana hasta su pueblo natal Cabo Rojo.
Referencias:
García, L., José Manuel (2007). Betances Heterodoxo: Contextos y pensamientos. San Juan, P.R.: Ediciones Puerto.
Estrade, Paul y Felix Ojeda Reyes (1995). El anciano maravilloso. San Juan P.R.: Instituto de Estudios del Caribe.
Ramos, M. Andrés (1987). Betances en el ciclo antillano: 1867-1875. San Juan, P.R.: Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Suarez, D. Ada. El doctor Ramón Emeterio Betances y la abolición de la esclavitud. San Juan, P.R.: Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Varios, (1980). Ramón Emeterio Betances. San Juan, P.R.: Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Información adicional:
https://enciclopediapr.org/
https://centropr.hunter.cuny.edu/
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Palabras clave:
Próceres del Caribe, Ramón Emeterio Betances